| La Vida Como Tragedia |

No me creo esa vil mentira de un día más.
El día tiene de cruel
lo que la noche tiene de oscuridad.

La vida nocturna recuerda
lo amargo que ha sido el día
y nada más...

Es una paliza punzante.
No me creo esa vil mentira de un día más.

Divagan en el falso sentimiento de otra oportunidad
—¿Qué dirás al respecto?—,
a sabiendas de que cada día que pasa
es una oportunidad menos,
esperanza donde se debe: en el retrete.

Días nuevos vendrán en paquetes,
serán olvidados;
algunos parecen ser equivocaciones,
son muchos de ellos.
Nunca debieron existir.

Guardan tristezas que ya hasta me hacen reír,
y alegrías que ya hasta me hacen llorar.

—¿Qué días al respecto?—
Es un día menos.

No me creo esa vil mentira de un día más.

A veces solo se continúa con lo que queda,
se llama resistencia...
no es fuerza,
dejas que la vejez te joda los huesos.

Recuerdas:
¿Las veces que pensamos en asesinar
y las tantas más que pensamos en el suicidio como salida
y en la vida como tragedia?

Bueno,
me ha salido esto:
voy a morir de diabetes
un domingo cualquiera...

Tal vez en un hospital,
escuchando a las enfermeras hablar de telenovelas,
libros y chismes...

Oyendo las quejas de los clientes
acerca de lo mal que los ha tratado el Estado.

Moriré viendo las luces nocturnas de Bogotá,
en la tele,
con una resaca terrible.

Los primeros golpes que nos dimos,
y los primeros besos que,
con quien queríamos,
nunca pudimos.

Las lluvias de octubre,
y el pupitre con dibujos de polla en la última fila,
que tanto queríamos evitar.

Los cumpleaños,
y las repentinas partidas de hombres sanos y justos.

Todo me recordaba una cosa,
y un pensamiento tengo:
la vida como tragedia.

Nunca me creí esa vil y deshonesta mentira de un día más.

La ausencia dolía
y los sueños que se perdían
dejaban de tener importancia.

El humo le daba tono gris
a aquellas tardes
en las que, con 8 años (o tal vez menos),
lloraba al saber
que igual que todos,
yo iba a morir.

Desde entonces la vida es una tragedia,
que me acerca a la luz.

O tal vez la muerte es una tragedia
que da pasos hacia la vida...

Y eso desacredita al día,
dándole un falso valor a la noche.

Pensé en balcones, escuelas, iglesias,
bibliotecas, callejones y pensiones.

Mientras decía te quiero.
Mientras decía te odio.
Mientras decía que yo era una contradicción
encarnada en el cuerpo de un hombre.

Mientras respiraba el perfume de mujeres lindas
(que nunca más volveré a ver).

Mientras vivía, pensaba en la vida como tragedia.

Encontré algunas cosas buenas
entre libros, canciones y videojuegos;
al cabo de un tiempo no tenían valor.

Todo lo que parecía ser bueno,
de repente la nostalgia lo destruía.
Y los recuerdos,
con cierta ayuda de esta misma,
los revivían...
Pero nunca volvían a su brillo original.

Encontré forma para vivir la realidad de muchos...

Así como a los 12 vi porno,
así también tiempo después aprendí a escribir poesía.

Era una copia barata de Edgar Allan Poe,
así como lo es el porno al sexo.

Pero aprendí a jalarme hasta llegar al éxtasis
mientras leía a los más grandes.

Estaba jodido.

Hice mi propia cueva,
cavé para hacerla profunda,
con pico y pala.

Hice de la poesía
monólogos confesionales
que delataban,
con un pobre lenguaje,
mi inminente pérdida.

La vida era uno de esos libros poco convencionales...

La vida,
la vida,
la vida...

He perdido la cuenta
de cuántas veces he escrito algo similar a esto.

Una vez que caí tan bajo
creí que ya no vería más las estrellas,
pero las miserables seguían ahí,
pintadas en el cielo.

Estaban muertas desde hace siglos
y, sin ningún motivo aparente,
me recordaban que la vida es una tragedia.

Y han habido muchas.
Pero esta parece no terminar...

Es una melodía maldita...

Cuando quería disfrutar un poco del silencio,
sonaba más fuerte...

Cantaba en un idioma extraño,
tal vez en latín.
Pero nunca la entendí.

Los días pasaban rápido
y mi espalda estaba marcada
por el peso de todos los atardeceres
que lucían como aves
en los cielos de Santa Marta.

A veces creo que debo vivir un día más,
pero es imposible:
el peso me abate.


La Vida Como Tragedia.
Por : Camilo

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