Siempre quise saber cómo caminabas tan rápido,
de un momento a otro ya no te veía, ya no te vi más.
Una gota, una simple gota rodando por mi piel.
Corriendo hacia los extremos del mundo,
dolor profundo, sabor amargo en mis labios,
en aquella lluvia tardía de falsa fe.
Tarde en la que más te quise conocer
y no te pude alcanzar.
Te fuiste, como huye la vida
del corazón de un noble herido,
capataz, como huye la luz
de mi visión, incapaz de mirar hacia atrás.
Susurro maldito que pide un deseó fugaz,
pasos aligerados que no volverán.
Deseo impregnado en mi corazón mortal.
Comentarios
Publicar un comentario