Siempre estaba esa posibilidad: el suicidio dejaba de ser pensamiento y se convertía en una posibilidad.
Me hacían divagar y flotar entre el mar de opciones que había a mi alcance —a decir verdad, no eran muchas—
y el mar que creía poseer en mi propia mente, realmente era un insondable y recóndito río
bajo esa cueva oscura.
Era más cobarde de lo que yo pensaba para suicidarme.
Sin embargo, solía pensar en ello de la forma más natural posible,
y de esa forma no me embargaba el peso de estar cometiendo un pecado trascendental.
Pensando en ello como pensar en limpiar mi habitación, también.
Todo eso junto.
También pensé en escribir una antología.
De verdad, siempre tenía una excusa.
Y las obligaciones de un mundo ruin frustraban mis sentimientos de suicidio,
mientras al mismo tiempo estaban alimentando un sentido de pérdida global en mí.
Dicho pensamiento pesaba todo el peso de mis mentiras.
Lo haré.
Me voy a rociar gasolina
y luego, con la mechera con la que siempre quise encender un cigarro,
haré de mi mejor vestido una brasa que consuma los defectos de mi cuerpo.
De esa forma me voy a suicidar.
Seré yo a mí mismo el cigarro que nunca me permití probar por ser un niño bueno.
Seré el calor y el afecto que no he sentido en estos últimos días.
Seré ceniza, pero antes: FUEGO.
Siempre pensé que, pese al dolor, esa era la mejor forma de suicidio.
Voy a morir incinerado en un verano cualquiera,
así como los campesinos queman su hierba.
Pero luego,
nada impide que el sentimiento de mami me hiera por dentro
y haga trizas mi corazón con piel de víbora.
¿Cómo podré superar el dolor de haber causado dolor a mi madre?
En esos momentos sabía que era un imbécil que optaba por la vida,
aunque esta le estuviera dando justo en el trasero.
Muchos mercenarios lo han hecho: jubilados, jóvenes, famosos, religiosos, ateos…
Un sinfín de personalidades.
Enhorabuena por ellos.
Yo sí que soy un gran idiota.
Porque…
¿Qué más fuego que la vida?
A pesar de todo,
seguía amando a la raza humana,
porque sé que el sentimiento de sentir haber destruido a alguien que amabas
es la experiencia al infierno más cercana.
Es como el fuego.
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